Hoy hace exactamente dos meses que me anoté a un taller de escritura creativa en la universidad. El curso empezó el lunes de esta semana a las 4 de la tarde repartiéndonos el profesor un taco de folios con varios textos impresos sobre los que trabajaríamos. El primero de ellos "Cartas a un joven poeta" de Rainer Maria Rilke. El siguiente y segundo "A la busca del tiempo perdido" de Marcel Proust.
El profesor del curso preguntó quién NO conocía a Rilke o a Proust. Creo que dos persona, de unas veinte o más que deberíamos estar en el aula, levantamos la mano. Ignorantes conscientes, que no orgullosos. Pronto aprendería que Rilke es considerado uno de los poetas más importantes en alemán de la literatura universal y que, para muchos, Proust es el máximo genio de las letras desde William Shakespeare. Esto me pasa por haber cogido el Bachillerato Tecnológico, que al final, no tengo ni idea ni de Física ni de Literatura Universal.
El caso es que después de la primera sesión (de cuatro horas) salí sin muchas ganas de volver a la del día siguiente, no solo porque la dinámica del taller no me convenciera y fueran a ser demasiadas horas (20 en 5 días), sino porque además iba a necesitar emplear ese tiempo en asuntos de mayor prioridad.
Esa noche vi una referencia a Proust en mi pantalla de inicio de Facebook (no recuerdo qué contacto). Pensé, mira tú, qué casualidad. Esto debe tener algo que ver con lo de la percepción selectiva y las embarazadas que empiezan a ver otras embarazadas por todas partes.
Al día siguiente caminando las dos paradas que separan Nuevos Ministerios de mi piso (no tenía abono, hay que ahorrar y hacer ejercicio) me paré en una librería de segunda mano. Los libros estaban organizados de una forma un tanto anárquica, sin embargo, me las apañé para localizar una zona de estanterías donde parecía haber libros de mi interés. Mi vista alcanzó uno negro de Anagrama y su título llamó mi atención: "El laberinto sentimental" de José Antonio Marina. Lo cogí y le dí la vuelta a la portada para leer lo que ponía en la contraportada. A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea . Pensé, me gusta, yo a veces también creo que eso es cierto. Seguí leyendo: ¿Qué hacemos con nuestros sentimientos? El autor cree que, ante todo, conocerlos. Para ello se interna en el laberinto sentimental... y se tropieza con ilustres visitantes: RILKE, Kafka, PROUST, Sartre,... Basta. Lo compro. ¿Cuánto es? 5 euros. Gracias, aquí tiene. Hasta luego.
Lo habéis conseguido: Rilke, Proust, ya nunca me olvidaré de vosotros.