"La continuidad está sobrevalorada. Cuarenta años de matrimonio, doce meses en China, diez años de contable jefe, seis estudiando francés. Pero no te engañes. Durar mucho haciendo algo no siempre es bueno. Y si no, mira la dictadura de Franco, cualquier monopolio, Ana Obregón o el Gran Prix de Ramón García.
Yo creo que todo empieza en la educación. Siendo todos tan diferentes, no entiendo cómo se nos ha educado para tratar de conseguir el mismo objetivo - en teoría, ser feliz - actuando todos siempre de la misma manera.
La educación que estamos viviendo en muchos países de cultura occidental dista mucho de lo que en mi opinión debería ser, un proceso de autodescubrimiento, autoconocimiento y autogestión. La educación que yo veo, y la que he sufrido en mis propias carnes, es más un proceso de autoanulación, autoaburrimiento y autohomogeneización, tanto a nivel de contenidos como de formas de pensar.
No interesa el estudiante que más inventa, sino el que más conoce sobre lo ya inventado. No triunfa el estudiante que más aprende, sino el que más recuerda. No interesa el que más pregunta, sino el que más responde. Siempre hechos conocidos, jamás intuiciones por descubrir. ¿Te imaginas que en la vida pasase igual? Los historiadores dirigirían los destinos de la humanidad, bueno, bien pensado, igual nos iba mejor.
En fin, una vez leí que el tutor de Leonardo Da Vinci, que no lo debió pasar fácil, lo que jamás hizo fue darle respuestas al joven Leo. Ante cualquier pregunta de su aprendiz, antes de dar la respuesta "correcta", siempre antepuso la misma pregunta: "¿Y tú que crees?"
Nadie se preocupa de enseñarnos a aprender, y ese es nuestro primer drama. Y la vida, crecer, es un proceso de aprendizaje. El que antes aprende, antes llega a donde quiera.
Crecer es aprende a despedirse. Ese, como digo, fue mi primer drama, y creo que nos pasa a todos. El día que te das cuenta de que crecer va a significar despedirse de personas, situaciones, emociones, memorias, ilusiones e incluso amigos que se supone iban a ser para toda la vida. El día que ves que crecer significa conocer cada día más gente que ya murió. El día que te das cuenta de que hoy te despides mejor que hace un año. Que ya no te sorprende que la gente desaparezca de tu vida. Ese día estás aprendiendo a decir adiós, ese día estás creciendo.
El segundo drama es que nadie se ocupa de enseñarnos a manejar nuestras emociones, nuestras intuiciones y nuestros sentimientos, si acaso prefieren que gestionemos esa parte tan burda y patéticamente fungible que es la memoria, un disco duro bastante limitadito del que, con los años, poco o nada podremos rescatar para la vida real. Se supone que la memoria nos va a ayudar a tomar decisiones y así no repetir los errores históricos.
Señores y señoras profesores, en un mundo como en el que vivimos, el mundo post-Internet, el mundo de YouTube, el mundo de los canales temáticos, de las videoconsolas, del cibersexo, de las guerras preventivas, del cambio climático, de la biotecnología, de la clonación, de la telerrealidad, en este mundo en el que lo único constante es el cambio, díganme a la cara qué decisiones de hace un año nos pueden dar pistas sobre decisiones que debemos tomar hoy.
Cómo es posible que todo el entorno empresarial esté obsesionado con lo que llaman gestión del cambio, mientras en los entornos docentes se siga enseñando a la manera de nuestros abuelos. Cómo es posible que nadie nos enseñe a gestionar nuestra vida personal.
Un día te despiertas y tienes 40 años, dos hipotecas que no te puedes permitir, una ex mujer que hace tiempo que chilla en vez de hablar, unos hijos que te odian tanto como aman tu cartera, y un trabajo del que pronto te van a prejubilar para que dejes de tocar los cojones y puedan colocar a un chaval recién salido del nido, pero eso sí, que tenga tres masters, dos carreras y que cobre menos de lo que cuesta un alquiler. Un día te das cuenta de que el mundo ha cambiado, y a ti nadie te avisó. Ese día vete a pedirle responsabilidades al ministro/-a de Educación.
Al final, muy luego, te das cuenta de que la única manera de responderse a las grandes preguntas, esas que son eternas, y encima pretender ser feliz, es ir cambiando las respuestas. Y ahí es donde vuelve a ser importante la idea de discontinuidad.
Yo estoy aprendiendo - poco a poco - a luchar por los conceptos, y no por sus aplicaciones concretas. Estar enamorado de estar enamorado. Trabajar para seguir trabajando. Aprender a aprender. Desear el deseo. Ilusionarme por la ilusión. Rechazar el rechazo. Tenerle miedo al miedo.
Quedarme con el continente pese a que vaya cambiando el contenido. Es más, ser consciente de que para que siga teniendo el primero tendré que ir renovando el segundo-
No sé si me ayudará mucho, pero de momento, y como decía el Massons, si no é vero, é ben trobatto."
(Risto Mejide, El Pensamiento Negativo)
Hoy me ha llegado, como cada cierto tiempo, un correo electrónico de Círculo Formación, una firma que ofrece servicios de consultoría y comunicación especialmente a empresas del sector educativo (Universidades, Escuelas de Negocios, Institutos,...). El correo incluía diferentes artículos y noticias relacionadas con las Universidades y el futuro mundo laboral al que nosotros, los estudiantes, nos enfrentaremos en menos de lo que pensamos. Me llamó la atención el que comparto con vosotros a continuación:
El universitario que buscan las empresas El aspecto más valorado por la mayor parte de las compañías de nuestro país a la hora de contratar a un joven recién graduado en la Universidad es la experiencia laboral que haya adquirido durante su etapa estudiantil. Este aspecto es mencionado por el 66% de las compañías, mientras que sólo el 15% de ellas considera que las calificaciones académicas son la información más relevante en sus procesos de selección. Además, el 55% valora el área de especialización que haya cursado y el 52% tiene en cuenta la institución en la que ha estudiado. Este último aspecto es menos valorado en el resto de los países, con una media del 30%.
Estas con algunas de las conclusiones de un estudio elaborado por el Instituto Trendence, una firma alemana especializada en el desarrollo de investigaciones en el ámbito universitario y laboral. El informe, denominado Campus 360, se ha elaborado con los resultados de una encuesta online realizada entre los seleccionadores de personal de las compañías que mayor número de jóvenes titulados contratan en 20 países de todo el mundo, incluido España.
Las empresas de nuestro país le ponen una media de un 6,5 sobre 10 a la preparación de los jóvenes graduados. El país más satisfecho con sus titulados es Suiza (7,6) y sólo las compañías japonesas suspenden a sus universitarios, a los que califican con un 4,9.
La mayoría de los reclutadores españoles, el 37%, concede mayor importancia a las competencias del candidato frente a su personalidad, aunque ésta es valorada en primer lugar por un cercano 33%, y sus conocimientos por el 29%. En el conjunto del resto de países que son objeto de estudio, se prima, al contrario que en España, en mayor medida la personalidad (37%), frente a las competencias (34%).
El candidato perfecto para las empresas españolas es un joven hábil para trabajar bien en equipo (71% de los encuestados), con una actitud flexible y capacidad de adaptarse a las circunstancias (65%), con facilidad de aprendizaje (59%), habilidades comunicativas y para las relaciones personales (46%), que sean entusiastas y tengan una actitud positiva (42%), y que sean organizados y sepan marcarse prioridades (35%).
Por el contrario, sólo el 17% considera un factor esencial de éxito profesional las habilidades para trabajar de manera independiente y autónoma, y la capacidad analítica y la visión global sólo son destacadas por el 28%.
Las facetas menos valoradas, calificadas como esenciales por menos del 17%, son la puntualidad y el respeto por el tiempo de los demás, el autocontrol y la cortesía, el espíritu emprendedor, la precisión y la atención al detalle, la curiosidad y la creatividad, y la integridad y los principios éticos.
Un escaso 8% dan importancia a otros aspectos personales que suelen ser incluidos en el currículo, como sus aficiones o la militancia en asociaciones estudiantiles. Aspectos sin embargo mucho más valorados en otros países como Japón, Canadá, Bélgica, Suecia, Holanda y Reino Unido.
A mí me ha dado que pensar... Si casi 3 de cada 4 empresas consideran que la experiencia laboral previa es lo más importante, y menos de 2 de cada 10 consideran que las calificaciones lo sean;¿De verdad está bien enfocada nuestra educación? ¿Está nuestra formación universitaria orientada hacia lo que de verdad importa y reclaman las empresas? Yo creo que no, e insisto en que la solución pasa por fomentar otras cosas como la creatividad, las habilidades sociales, el trabajo en equipo, la oratoria, el debate, el control de situaciones reales, etc.
Tengo que decir que un segundo artículo me dejó más tranquilo... cerca del 90% de los titulados de mi universidad tienen empleo al año de graduarse y el 59% cobra más de 1.200 euros netos al mes. Aunque las estadísticas están para romperlas, espero no ser yo el que lo haga y poder formar parte de estos dos porcentajes cuando me toque salir a buscarme las habichuelas en el turbulento mar de empleo que se nos presenta.