"Nunca creí que pudiéramos transformar el mundo, pero creo que todos los días se pueden transformar las cosas." (Françoise Giroud, escritora y política francesa)
A raíz del movimiento del 15 de octubre y las manifestaciones que se produjeron en todo el mundo descubrí un artículo en Twitter compartido por Alfonso Armada, periodista responsable de la revista digital FronteraD (a la que dediqué una entrada en este blog, ver aquí), artículo largo, a modo de ensayo, interesantísimo, que podéis leer si pincháis aquí. Se titula "La edad de oro del cinismo" y fue publicado por Lino González Veiguela a finales de julio de este año. El ensayo puede que te lleve más de una hora leerlo, sobre todo si sigues algunos de los enlaces a otros artículos y documentos que adjunta (pero merece la pena). Uno de estos enlaces conducía a una página en la que se hablaba sobre el decrecimiento, término que ya lleva varios años en boca de mucha gente, pero que yo he descubierto en el taller de contrapublicidad al que estoy yendo en la universidad. En esa página mencionaban a Carlos Taibo y mi curiosidad me hizo "tragarme" una conferencia suya de casi una hora hablando sobre esto del decrecimiento. Os lo presento a continuación, pero decir que su discurso, convincente, lleno de argumentos razonables, con una capacidad de oratoria espectacular, sin papeles, con un lenguaje claro y una pausa, que daría mil vueltas a cualquier político, me pareció una invitación a la reflexión crítica sobre muchos de los problemas de la realidad actual. El vídeo que os pongo en esta entrada es un poco más corto pero viene a decir lo mismo que en el de casi una hora. Os invito a que le deis un par de vueltas al tema. No se trata de convencer a nadie, sino de compartir ideas e intentar llegar a puntos de encuentro para buscar soluciones. Los grandes cambios nacen de las pequeñas ideas, pero sobre todo, de las pequeñas acciones.
Carlos Taibo Arias (Madrid, 12 de mayo de 1956) es un escritor, editor y profesor Titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid.
"En la percepción común, en nuestra sociedad, el crecimiento ecomómico es, digámoslo así, una bendición. Lo que se nos viene a decir es que allí dónde hay crecimiento económico, hay cohesión social, servicios públicos razonablemente solventes, el desempleo no gana terreno, y la desigualdad tampoco es grande. Creo que estamos en la obligación de discutir hipercríticamente todas éstas. ¿Por qué? En primer lugar, el crecimiento económico no genera - o no genera necesariamente - cohesión social. Al fin y al cabo, éste es uno de los argumentos centrales esgrimidos por los críticos de la globalización capitalista. ¿Alguien piensa que en China hay hoy más cohesión social que hace 15 años? [...] El crecimiento económico genera, en segundo lugar, agresiones medioambientales que en muchos casos son, literalmente, irreversibles. El crecimiento económico, en tercer término, provoca el agotamiento de los recursos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras. En cuarto y último lugar, el crecimiento económico facilita el asentamiento de lo que más de uno ha llamado el "modo de vida esclavo", que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos, y sobre todo, más bienes acertemos a consumir.
Por detrás de todas estas aberraciones, creo que hay tres reglas de juego que lo impregnan casi todo en nuestras sociedades. La primera es la primacía de la publicidad, que nos obliga a comprar aquello que no necesitamos, y a menudo incluso aquello que objetivamente nos repugna. El segundo es el crédito, que nos permite obtener recursos para aquello que no necesitamos. Y el tercero y último, la caducidad de los productos, que están programados para que, al cabo de un periodo de tiempo extremadamente breve, dejen de servir, con lo cual nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos."