miércoles, 23 de diciembre de 2015

miércoles, 18 de noviembre de 2015

EELS, Hey Man (Now You Are Really Living)




Do you know what it's like to care too much
'bout someone that you're never gonna get to touch

sábado, 14 de noviembre de 2015

Work is overrated, LEISURE

''No matter how much you like work, there's nothing better than not work''. (Jon Stewart)



viernes, 9 de octubre de 2015

domingo, 6 de septiembre de 2015

La vida sin pausa, SÉ LENTO

Empecé a escribir esta entrada en mayo. Supongo que publicarla hoy hace honor a su título.

Hace poco leía en El País un interesante artículo titulado "La vida sin pausa". En él, su autor, Jonathan Crary, reflexiona acerca de los riesgos de una vida hiperconectada

"24/7 significa que no hay intervalos de calma, silencio, o descanso y retiro. Igualmente importante es que se trata de una condición de exposición y visibilidad permanentes, un mundo iluminado ininterrumpidamente en el cual nada de lo íntimo puede permanecer oculto o en el ámbito privado".

 24/7 nos hace vivir con prisa. Y esta prisa afecta también al amor:

"(...) las tecnologías 24/7 perpetúan la ilusión de un tiempo sin espera, de una instantaneidad a demanda, de adquirir y tener manteniéndose aislado de la presencia física de otros y de cualquier sentido de la responsabilidad que esta pueda conllevar". A mí esto me hizo pensar en Tinder, una aplicación móvil para ligar que ha crecido mucho en el último año y que presenté a mis compañeros hace poco en clase de portugués (podéis ver la presen aquí).

"[24/7] Es sinónimo de la implacable traducción a valor monetario de cualquier intervalo de tiempo posible o de cualquier relación social concebible, de hacer todos los elementos de nuestras vidas convertibles a los valores del mercado". En este sentido me gustó la reflexión de una compañera (la misma que me dejó este libro) en el blog "Parece amor, pero no lo es".

Al principio del artículo que dio pie a esta entrada, había un enlace a otro escrito por Daniel Innerarity titulado La libertad como desconexión. También merece la pena echarle un vistazo. Da para otra entrada... y de alguna manera ya toqué el tema en esta de febrero.

Como cada vez que me ''obsesiono'' con algo, empiezan a aparecerse referencias en lo que hago. 

Una, en la exposición del fotógrafo Chema Madoz en la sala Alcalá, 31 en Madrid. Me llamó la atención esta imagen, pues me pareció una metáfora de lo que quería transmitir en esta entrada:




Otra, unos días antes cenando en una hamburguesería nueva en la calle Fuencarral que se llama Burnout y en cuya planta de abajo lucía este cartel:



"Entre despacio"


O este ''tuit'' de la por entonces recientemente elegida alcadesa de Madrid, Manuela Carmena: ''Cuando todo el mundo corre, sé lento'' (dicho Apache). 

A veces es necesario pararse y pensar. Publico esto casi cuatro meses después de empezarlo, precisamente porque hoy, en un momento de pausa, llegué a este interesante vídeo de Slavoj Zizek, filósofo y crítico cultural del que no había oído hablar hasta hoy y que me hizo pensar:


No me voy a parar (no hay ironía en esto) en enunciar ejemplos en los que ser lento es una virtud. Tampoco en las veces que pensar antes de hacer sirvió para evitar males mayores. En un mundo en el que la información fluye en tiempo real y parece imprescindible tomar decisiones rápido, dejémonos llevar, aunque solo sea de vez en cuando, por el enorme placer de la lentitud y la pausa, dedicándonos simplemente a pensar. Incluso en nada en particular.

Actualización (9/9/15) Hoy apareció esto en mi timeline de Facebook: http://www.elblogalternativo.com/2009/07/21/elogio-de-la-lentitud-de-carl-honore-vivir-deprisa-no-es-vivir-es-sobrevivir/ 

jueves, 13 de agosto de 2015

MADRID, Cosas que he hecho y que volvería a hacer con alguien que no conoce esta ciudad

Cuando una amiga me pidió una lista de planes para hacer en Madrid con una persona que no conocía la ciudad, inmediatamente se me vino a la mente este reportaje que había visto hace tiempo.



De él, y de las infinitas listas que hay por Internet, se pueden sacar unas cuantas ideas sobre qué hacer, qué ver o dónde comer en la capital de España.

Pero ella me pidió algo más personal, así que aquí va mi lista de cosas que he hecho en Madrid y que volvería a hacer con alguien que no conoce esta ciudad:

1/ La primera cosa que hacer es más bien una recomendación de no hacer: intenta evitar coger el Metro. El plano mola (está considerado uno de los mejores y más simples diseños del mundo) y le tengo cariño porque fue mi primer contacto con la ciudad. Durante los siguientes cuatro años a mi llegada me pasé unas dos horas al día en sus vagones. Luego descubrí y pude disfrutar del placer de andar: con los pies y con la moto. Si no tienes una alquílala en Cooltra. Es la mejor manera, en mi opinión, de moverte por Madrid (y probablemente por cualquier otra ciudad del mundo). Si lo que no tienes son pies (lo siento) o no te gusta caminar (vago) tienes la alternativa del bus, con la ventaja respecto al metro de que vas sobre la superficie viendo las calles y demás. Por ciertas zonas también es agradable montar en bici. Puedes alquilar una aquí y darte un paseo por Madrid Río. Párate en Matadero y echa un vistazo a alguna de sus propuestas culturales o tómate algo en su plaza (o ambas). 

2/ Hablando de cultura, Madrid ofrece mucha. Está lleno de museos y galerías (con aire acondicionado). Mi recomendación personal: Swinton & Grant (C/ Miguel Servet, 21). De paso que vas por allí, aprovecha para comprobar que la ciudad no solo tiene arte entre cuatro paredes. Los muros de Tabacalera son un buen ejemplo de ello, pero hay más. De todas las intervenciones urbanas estate atento a las de E-1000  (intenta encontrarlo perdiéndote por el centro).


3/ Otro sitio de Madrid por donde perderse, esta vez entre la multitud, es El Rastro. Empieza el domingo con un buen desayuno (el del Vips me vale, pero si puede ser un chocolate con churros en San Ginés mejor). Si te levantas tarde porque has salido de bares por La Latina (o por algún otro lugar de ocio nocturno madrileño) ve directamente a tomarte un bocadillo de calamares a la Plaza Mayor. Típico, pero imprescindible. Para bajar la comida, camina desde la estatua de Felipe III hacia la calle Toledo dirección Plaza de Cascorro. Cuando empieces a ver puestos y mucha gente, déjate llevar (hasta las 3-4pm).



4/ Por la tarde, disfruta del terraceo a ras de suelo o en una azotea. Mi favorita es y será siempre la del Círculo de Bellas Artes. Desde ahí podrás hacer unas buenas panorámicas de la ciudad. También desde el Cerro del Tío Pío (Metro Buenos Aires) donde además de ver una bonita puesta de sol, te puedes echar las risas contando la anécdota de las siete tetas. Si después te apetece tomar un relaxing cup of café con leche no vayas a la Plaza Mayor (si me estás haciendo caso ya deberías haber pasado por ahí). Merece la pena moverse hasta Naif o cualquiera de estas otras cafeterías. Para cenar escoge de entre los restaurantes que te propongo en esta lista personal. Por sugerir uno al que no fui, pero me quedé con las ganas: Pajarita (C/ Apodaca, 20). De mis últimos descubrimientos: Goiko Grill.


Después de la cena, tómate un helado (Llaollao no falla, sino juégatela en cualquiera de estas heladerías) y pasea desde Sol, por ejemplo, hasta Ópera, a través de la calle Arenal. Echa un vistazo a la catedral de La Almudena y el Palacio Real. Cruza los Jardines de Sabatini y, si no te desorientas, llegarás al Templo de Debod. Si vas con una chica no esperes más, bésala ahí mismo. Luego puedes volver por Plaza España y subir toda la Gran Vía hasta Cibeles donde veréis uno de mis edificios favoritos de Madrid: El Palacio de Telecomunicaciones (la foto de abajo es lo que veréis si subís a su terraza).


Si estás muy motivado acaba en la Puerta de Alcalá. Aunque lo puedes dejar para el día siguiente y aprovechar para pasear por el Parque del Buen Retiro y remar un rato en las míticas barcas.

5/ De mi ciudad de origen, Vigo, siempre digo que son más bonitos sus alrededores. De Madrid no puedo decir lo mismo, pero sí que tiene a mano sitios a los que merece la pena acercarse si dispones de tiempo y de coche. Si no tienes, alquila un Bluemove por horas (o por el día entero) y ve a visitar el Acueducto de Segovia, el Monasterio de El Escorial, el Alcázar de Toledo o el Palacio de Aranjuez. También puedes ir en bus o en tren, pero mola menos que conducir un híbrido (o un eléctrico, si no vas a hacer muchos km. o planificas donde recargarlo). Y si vas con varias personas incluso te puede salir más barato.

6/ Sin duda me dejo muchas cosas en el "teclado"... Podría estar escribiendo sobre qué hacer en Madrid eternamente, pero supongo que una vez en la capital, si estás un poco atento, te darás cuenta que es imposible aburrirse con todo lo que la ciudad ofrece. Igual que te pasará a ti, me pasó a mí antes: querrás volver porque siempre queda algo nuevo por descubrir. O en mi caso, además, personas a las que visitar.

domingo, 9 de agosto de 2015

How did it get so late so soon?, WHY TIME FLIES AS WE GET OLDER

How did it get so late so soon?
It’s night before it’s afternoon.
December is here before it’s June.
My goodness how the time has flewn.
How did it get so late so soon?

Dr Seuss

"Memory may hold the key to time perception, as the clarity of our memories is believed to mould our experience of time. We mentally reflect on our past and use historic events to achieve a sense of our self existing across time".

Read more here.

lunes, 3 de agosto de 2015

"The Man Who Mistook His Wife for a Hat", MEMORIES

Fui a un sitio. Cogí otro camino de vuelta. Llegué a una librería desconocida. Me llamó la atención este libro. Lo abrí por esta página al azar. Y esto fue lo que leí:


Más sobre el libro aquí. Más sobre memoria/recuerdos en este blog aquí.

domingo, 12 de julio de 2015

AMNESIA, Me olvidé de olvidarte

El otro día leí este titular:


Me recordó una lectura ya mencionada en este blog (y también en el artículo):

"Internet ha tenido un efecto directo sobre cómo percibimos las cosas y sobre cómo nuestro cerebro recibe y procesa la información. (...) Nicholas Carr, señala que los recuerdos tienen ahora mucho más difícil pasar de la memoria temporal a la de largo plazo porque las [personas] han asumido que ya no necesitan memorizar toda esa información y por tanto nuestros recuerdos son mucho más superficiales.".

Resulta paradójico que la misma herramienta que nos está haciendo perder nuestra capacidad de recordar las cosas, no nos deje olvidar otras: como a las/los ex. Mauren O´Connor escribe sobre este tema en un artículo largo, pero revelador, en el que describe una nueva generación, la del social media, que nunca rompe del todo con su pasado amoroso:

"There was a time when staying in touch was difficult. Exes were characters from a foreclosed past, symbols from former and forgone lives. Now they are part of the permanent present. (...) All my exes live online, and so do their exes, and so do their exes, too. I carry the population of a metaphorical Texas in a cell phone at all times."

Cuando hablamos de recuerdos o de memoria y lo relacionamos con el amor me resulta imposible no acordarme de la película Memento y esta escena:


I don't even know how long she's been gone. It's like I've woken up in bed and she's not here... because she's gone to the bathroom or something. But somehow, I know she's never gonna come back to bed. If I could just... reach over and touch... her side of the bed, I would know that it was cold, but I can't. I know I can't have her back... but I don't want to wake up in the morning, thinking she's still here. I lie here not knowing... how long I've been alone. So how... how can I heal? How am I supposed to heal if I can't... feel time? 

"¿Cómo me puedo curar?", se pregunta el protagonista.
Preguntar, igual que recordar, a veces duele.

domingo, 5 de julio de 2015

Mudanzas, NOSTALGIA


Hace poco tuve que hacer una mudanza. Hacía bastante que no hacía una tan grande y sobre todo una que me provocara tanta nostalgia. Creo que hay pocas cosas que provoquen más nostalgia que una mudanza. Sobre todo cuando te vas de un sitio en el que te hubieras quedado toda la vida. Ir cerrando etapas para empezar otras nuevas, en eso parece que consiste la vida. Bueno, y en tratar de ser felices entre medias. Pero ese es otro tema y ya si eso hablaremos de él por aquí en otra ocasión.

Hoy me apetece centrarme en la sensación que se siente cuando se mira hacia atrás. Hace unos días al entrar en Facebook, la red social me recordaba una foto de hace 2 años. La foto de mi orla universitaria. Muchas cosas han cambiado desde entonces... empezando por mi aspecto!




Un artículo de la revista Vox (que marqué como favorito hace más de dos meses en Twitter y al que recurro ahora para escribir esta entrada) desarrolla muy bien el tema de la nostalgia en la era 2.0 a través de la historia de Timehop, una aplicación que recoge viejas publicaciones de tus redes sociales y te las muestra en el presente. El autor del texto, Joseph Stromberg, nos invita a entrar en nuestro Facebook (no en la app móvil, sino en nuestro desktop), ir a nuestra foto más reciente y pinchar en la flecha de la izquierda.

En mi caso me "teletransporto" siete años atrás, concretamente a mayo de 2008. En la foto aparezco con compañeros de baloncesto de mi colegio. Casualidad o no, en mi foto más reciente también aparezco con compañeros de mi equipo de baloncesto, coincidencia que me alegra, pues hay ciertos vínculos del pasado que uno no quisiera perder nunca.

La RAE define nostalgia, en su segunda acepción, como la "tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida". En una de mis escenas favoritas de Mad Men, Donald Draper define nostalgia como lo hacían los griegos: "literalmente, el dolor de una vieja herida".


En ese sentido, a la nostalgia se le atribuye un cariz negativo. A pesar de ello, hay algo que nos obliga a mirar al pasado y la publicidad lo sabe. Hace poco leía en la prensa el siguiente titular:


La nostalgia vende. "Es delicada... pero potente", dice Draper. 
Pero, aparte de para vender, ¿para qué es buena la nostalgia?, se preguntan en este reportaje de la BBC.

Empecé hablando de una mudanza y precisamente haciendo una, mientras iba en el coche, sonó esta canción de un CD de mi hermano.

 Así comienza la canción. Y así termino yo. 
Deseando que cualquier tiempo futuro sea (todavía) mejor.

martes, 30 de junio de 2015

Don't eat the fortune cookie by MICHAEL LEWIS

A continuación un texto largo. Es el discurso de una graduación en una prestigiosa universidad estadounidense. Como el famoso de Steve Jobs que todo el mundo vio en Youtube. Pues este es otro.Tenéis el vídeo completo abajo del todo de la entrada. He marcado en negrita las frases que me han gustado más. Por si queréis leerlo en diagonal o simplemente saber con lo que me he quedado.

"Thank you. President Tilghman. Trustees and Friends. Parents of the Class of 2012. Above all, Members of the Princeton Class of 2012. Give yourself a round of applause. The next time you look around a church and see everyone dressed in black it'll be awkward to cheer. Enjoy the moment.
Thirty years ago I sat where you sat. I must have listened to some older person share his life experience. But I don't remember a word of it. I can't even tell you who spoke. What I do remember, vividly, is graduation. I'm told you're meant to be excited, perhaps even relieved, and maybe all of you are. I wasn't. I was totally outraged. Here I’d gone and given them four of the best years of my life and this is how they thanked me for it. By kicking me out.  
At that moment I was sure of only one thing: I was of no possible economic value to the outside world. I'd majored in art history, for a start. Even then this was regarded as an act of insanity. I was almost certainly less prepared for the marketplace than most of you. Yet somehow I have wound up rich and famous. Well, sort of. I'm going to explain, briefly, how that happened. I want you to understand just how mysterious careers can be, before you go out and have one yourself.
I graduated from Princeton without ever having published a word of anything, anywhere. I didn't write for the Prince, or for anyone else. But at Princeton, studying art history, I felt the first twinge of literary ambition. It happened while working on my senior thesis. My adviser was a truly gifted professor, an archaeologist named William Childs. The thesis tried to explain how the Italian sculptor Donatello used Greek and Roman sculpture — which is actually totally beside the point, but I've always wanted to tell someone. God knows what Professor Childs actually thought of it, but he helped me to become engrossed. More than engrossed: obsessed. When I handed it in I knew what I wanted to do for the rest of my life: to write senior theses. Or, to put it differently: to write books. 
Then I went to my thesis defense. It was just a few yards from here, in McCormick Hall. I listened and waited for Professor Childs to say how well written my thesis was. He didn't. And so after about 45 minutes I finally said, "So. What did you think of the writing?"
"Put it this way" he said. "Never try to make a living at it."
And I didn't — not really. I did what everyone does who has no idea what to do with themselves: I went to graduate school. I wrote at nights, without much effect, mainly because I hadn't the first clue what I should write about. One night I was invited to a dinner, where I sat next to the wife of a big shot at a giant Wall Street investment bank, called Salomon Brothers. She more or less forced her husband to give me a job. I knew next to nothing about Salomon Brothers. But Salomon Brothers happened to be where Wall Street was being reinvented—into the place we have all come to know and love. When I got there I was assigned, almost arbitrarily, to the very best job in which to observe the growing madness: they turned me into the house expert on derivatives. A year and a half later Salomon Brothers was handing me a check for hundreds of thousands of dollars to give advice about derivatives to professional investors.  
Now I had something to write about: Salomon Brothers. Wall Street had become so unhinged that it was paying recent Princeton graduates who knew nothing about money small fortunes to pretend to be experts about money. I'd stumbled into my next senior thesis.
I called up my father. I told him I was going to quit this job that now promised me millions of dollars to write a book for an advance of 40 grand. There was a long pause on the other end of the line. "You might just want to think about that," he said. 
"Why?"
"Stay at Salomon Brothers 10 years, make your fortune, and then write your books," he said.  
I didn't need to think about it. I knew what intellectual passion felt like — because I'd felt it here, at Princeton — and I wanted to feel it again. I was 26 years old. Had I waited until I was 36, I would never have done it. I would have forgotten the feeling.   
The book I wrote was called "Liar’s Poker."  It sold a million copies. I was 28 years old. I had a career, a little fame, a small fortune and a new life narrative. All of a sudden people were telling me I was born to be a writer. This was absurd. Even I could see there was another, truer narrative, with luck as its theme. What were the odds of being seated at that dinner next to that Salomon Brothers lady? Of landing inside the best Wall Street firm from which to write the story of an age? Of landing in the seat with the best view of the business? Of having parents who didn't disinherit me but instead sighed and said "do it if you must?" Of having had that sense of must kindled inside me by a professor of art history at Princeton? Of having been let into Princeton in the first place?
This isn't just false humility. It's false humility with a point. My case illustrates how success is always rationalized. People really don’t like to hear success explained away as luck — especially successful people. As they age, and succeed, people feel their success was somehow inevitable. They don't want to acknowledge the role played by accident in their lives. There is a reason for this: the world does not want to acknowledge it either. 
I wrote a book about this, called "Moneyball." It was ostensibly about baseball but was in fact about something else. There are poor teams and rich teams in professional baseball, and they spend radically different sums of money on their players. When I wrote my book the richest team in professional baseball, the New York Yankees, was then spending about $120 million on its 25 players. The poorest team, the Oakland A's, was spending about $30 million. And yet the Oakland team was winning as many games as the Yankees — and more than all the other richer teams.  
This isn't supposed to happen. In theory, the rich teams should buy the best players and win all the time. But the Oakland team had figured something out: the rich teams didn't really understand who the best baseball players were. The players were misvalued. And the biggest single reason they were misvalued was that the experts did not pay sufficient attention to the role of luck in baseball success. Players got given credit for things they did that depended on the performance of others: pitchers got paid for winning games, hitters got paid for knocking in runners on base. Players got blamed and credited for events beyond their control. Where balls that got hit happened to land on the field, for example.
Forget baseball, forget sports. Here you had these corporate employees, paid millions of dollars a year. They were doing exactly the same job that people in their business had been doing forever.  In front of millions of people, who evaluate their every move. They had statistics attached to everything they did. And yet they were misvalued — because the wider world was blind to their luck. 
This had been going on for a century. Right under all of our noses. And no one noticed — until it paid a poor team so well to notice that they could not afford not to notice. And you have to ask: if a professional athlete paid millions of dollars can be misvalued who can't be? If the supposedly pure meritocracy of professional sports can't distinguish between lucky and good, who can? 
The "Moneyball" story has practical implications. If you use better data, you can find better values; there are always market inefficiencies to exploit, and so on. But it has a broader and less practical message: don't be deceived by life's outcomes. Life's outcomes, while not entirely random, have a huge amount of luck baked into them. Above all, recognize that if you have had success, you have also had luck — and with  luck comes obligation. You owe a debt, and not just to your Gods. You owe a debt to the unlucky.
I make this point because — along with this speech — it is something that will be easy for you to forget.
I now live in Berkeley, California. A few years ago, just a few blocks from my home, a pair of researchers in the Cal psychology department staged an experiment. They began by grabbing students, as lab rats. Then they broke the students into teams, segregated by sex. Three men, or three women, per team. Then they put these teams of three into a room, and arbitrarily assigned one of the three to act as leader. Then they gave them some complicated moral problem to solve: say what should be done about academic cheating, or how to regulate drinking on campus.
Exactly 30 minutes into the problem-solving the researchers interrupted each group. They entered the room bearing a plate of cookies. Four cookies. The team consisted of three people, but there were these four cookies. Every team member obviously got one cookie, but that left a fourth cookie, just sitting there. It should have been awkward. But it wasn't. With incredible consistency the person arbitrarily appointed leader of the group grabbed the fourth cookie, and ate it. Not only ate it, but ate it with gusto: lips smacking, mouth open, drool at the corners of their mouths. In the end all that was left of the extra cookie were crumbs on the leader's shirt.
This leader had performed no special task. He had no special virtue. He'd been chosen at random, 30 minutes earlier. His status was nothing but luck. But it still left him with the sense that the cookie should be his.  
This experiment helps to explain Wall Street bonuses and CEO pay, and I'm sure lots of other human behavior. But it also is relevant to new graduates of Princeton University. In a general sort of way you have been appointed the leader of the group. Your appointment may not be entirely arbitrary. But you must sense its arbitrary aspect: you are the lucky few. Lucky in your parents, lucky in your country, lucky that a place like Princeton exists that can take in lucky people, introduce them to other lucky people, and increase their chances of becoming even luckier. Lucky that you live in the richest society the world has ever seen, in a time when no one actually expects you to sacrifice your interests to anything. 
All of you have been faced with the extra cookie. All of you will be faced with many more of them. In time you will find it easy to assume that you deserve the extra cookie. For all I know, you may. But you'll be happier, and the world will be better off, if you at least pretend that you don't. 
Never forget: In the nation's service. In the service of all nations.
Thank you. 
And good luck."   

sábado, 27 de junio de 2015

Toro Y Moi, SO MANY DETAILS

"My interpretation of the video. This girl has broken his heart in a big way, maybe cheated, idk. He loves her but he has already decided he is leaving her. She makes a desperate last attempt to keep him around, shows him all the things he loved about her. He is tempted to take her back, he loves her. But in the end he knows he must leave, so hence that final scene with the car and the airplane. Car=his old life, plane=his future". 
(Leído en un comentario al vídeo de Youtube).


"A break up song with a load of sexuality"

Letra canción "So Many Details" (Toro Y Moi)

lunes, 1 de junio de 2015

Being alone, CHANCES

Maggie Hart: You drop Jen at home? 
Rustin Cohle: Yeah. I walked her to the door. 
Maggie: You didn't go in? You don't have to fall in love at first sight, you know. 
Rustin: Yeah. I know. Look. She's nice, pretty. 
Maggie: There's comfort there, Rust. I think you guys would be good together if you gave it a chance. You guys don't give things chances. I don't know why that is. 


jueves, 14 de mayo de 2015

ABANDONED LOVE, Peyton Fulford




"For my participatory art project (...) I asked my followers to send me phrases from their diary, text messages, and anything else they personally have written in their own words. (...) I sorted all of the messages into categories and realized that love was the main subject of the majority of the quotes. I decided to use only the phrases that focused on the relationship between love and melancholy because I wanted to diverge from the usual happy, celebratory phrases on banners by using sad, more realistic phrases. (...) With this project I wanted to materialize a private moment by sharing it publicly. (...) We, as human beings in the technological age, constantly lose touch of reality and begin to perceive people as perfect, when in reality we all feel deeply and go through similar emotions. 

martes, 5 de mayo de 2015

INDIES, HIPSTERS Y GAFAPASTAS, Víctor Lenore

Indies, hipsters y gafapastas es el título del último libro que he terminado de leer y en el que su autor, Víctor Lenore, se queda muy a gusto opinando sobre esta subcultura que algunos confunden con otra cosa


Bromas aparte, comparto a continuación fragmentos del texto que han llamado mi atención:

Smith explica que el objetivo de su grupo mediático (Vice) es "subrayar el absurdo de la condición moderna". Pocas posturas suenan tan reaccionarias: cuando llegas a la conclusión de que el mundo es un delirio sin arreglo, la única opción con sentido es acumular placer y dinero.

Nuestros abuelos no pensaban que tenían que ser felices en el trabajo. Ahora sí se plantea esta idea de disfrutarlo. 


Si queréis leer más de lo que aparece en el libro sin leéroslo entero os recomiendo este texto.

La verdad que podría escribir mucho sobre la cultura hipster y mi relación con la misma. Mis amigos empezaron a referirse a mi como tal creo que en segundo/tercero de carrera (temporada 2010-11), cuando cambié de estilo y empecé a utilizar mis "populares" camisas de cuadros. También me dio fuerte por los calcetines de colores. Me hice un pedido online en su momento, fomentando el crecimiento de un mercado de 2800 millones de dólares (solo en EE.UU.). La barba, otra característica hipster, tuvo que esperar hasta este último año porque fui bastante imberbe hasta entonces (tampoco es que la actual esté mucho más poblada...). También me dejé el pelo largo hasta que me dio para moño (otro detalle que se relaciona con los hipsters). Le he prometido a mi madre que me cortaré pelo y barba pronto. No sé cuándo exactamente, pero sí dónde
Dicen que un hipster nunca reconocerá que es un hipster e incluso se ofenderá si le llamas así. Yo por desmarcarme (cosa muy hipster) diré que me da un poco igual y que trato de reírme de mí mismo en ese sentido todo lo que puedo. Hace dos años me disfracé de hipster en carnavales. Creo que fue el disfraz más económico de mi vida (porque tenía casi todo ya). Y por cerrar el "círculo" hipster de una vez, lo haré con una historia reciente fruto de la casualidad (que tanto me gusta): 

El pasado sábado a eso de las 9 de la mañana (hora portuguesa) llegaba al aeropuerto de Porto via Lisboa y haciendo tiempo para coger el autobús que me llevaría a mi casa en Galicia leí esto en un periódico del día anterior: 


Me acordé que en el libro que me había leído la semana anterior se mencionaba a este grupo de música que llegó a mis oídos en 2013 (aunque primero a mis ojos por esta portada). El domingo cogí un Blablacar para volver a Madrid y el conductor y una de las acompañantes me contaron, tan pronto entré en el coche, que el jueves habían ido a un concierto de The National en Santiago y que yo tenía pinta de haber ido también. Les dije que no pero que como casi medio millón de personas en el mundo les seguía en Spotify. Si es que, al final, somos todos igual... de especiales.

sábado, 25 de abril de 2015

TRUE DETECTIVE, ¿A la tercera va la vencida?

Las pasadas Navidades mi tía me regaló un pendrive con la primera temporada de True Detective


Creo que debo ser la persona menos 'seriéfila' del mundo. Solo dos me han conseguido enganchar. Dos tan dispares como How I Met Your Mother y Mad Men, pero ambas abandonadas por igual en mitad de la trama... Y no las dejé porque fueran malas, ni mucho menos. Como bien explican en esta entrada del blog Quinta Temporada "vivimos un boom de series, no solo por cantidad, sino también por calidad". Pero parece que la cosa no va conmigo. Siempre me excuso con que no encuentro el momento. Quizás porque el ideal sea antes de acostarse... y yo soy de coger el sueño rápido... 

El caso es que en una noche de insomnio, casi tres meses después de haber recibido el "lápiz de memoria" con los ocho capítulos de la serie, me dispuse a ver el primero. 

Y me gustó. Me gustó mucho. Me gustó muchísimo de hecho. En parte por escenas como esta (que espero que duren en Youtube...) o preguntas incómodas como esta:


La serie digamos que es un poco "sesuda" y en este libro (que ya está en mi lista de deseos para mi cumpleaños) se diseccionan los componentes filosóficos de la misma. 

En este momento vuelvo a estar en mitad de una trama (a punto de empezar el capítulo 5 de 8). Con Rachel McAdams esperándome en la segunda temporada (que se estrena el próximo 21 junio y de la que ya hay teaser y bromas sobre el mismo) espero superar este "punto crítico" y no dejar las cosas a medias. Otra vez.


lunes, 20 de abril de 2015

MARINA ABRAMOVIC, Cuánto tiempo sin verte

Hacía un tiempo que quería publicar algo sobre Marina Abramovic y supongo que leer esto hoy en El País y tener gran parte de la tarde libre sirvieron de excusa para llevarlo a cabo.

A Marina Abramovic la conocí (como, supongo, la gran mayoría) por este vídeo:


"The Artist is Present" es una performance en la que la artista se sienta frente a una persona del público a la cual mira en silencio durante un tiempo. De entre los espectadores aparece Ulay, artista también, alemán, amante y colaborador de la serbia. Hacía 22 años. En 1988 ambos decidieron separarse recorriendo la Gran Muralla China desde cada extremo y fundiéndose en un último abrazo en el centro de la misma. Se dijeron adiós y no volvieron a verse hasta el momento que recoge el vídeo que fue muy popular hace unos años (¿viral?).

Abramovic comparte sus ideas sobre el humor, la vulnerabilidad y el fracaso en el blog de TED
Me quedo con esta: 

People never sit at home and look someone in the eyes,” she says. “You do everything to amuse yourself, you are afraid to do nothing, you look at television, text messages, the computer, email. Instead we need to learn to be still, to be present, to be here and now.

Actualización (25/04/2015): Hoy leo esto en Verne y confirmo que "atraigo" contenido relacionado...

lunes, 6 de abril de 2015

DYING HAPPENS, Redesigning death

"No quiero poner nervioso a nadie, pero todos vamos a morir".

Eso lo tuiteó Rodrigo Cortés hace no mucho y a mi me hizo bastante gracia. Porque la muerte es un tema muy serio del que parece que nadie quiere hablar ni tampoco pensar, mucho menos en la propia. A Paul Bennett, director creativo de IDEO, se le ocurrió que la muerte podía "rediseñarse" y el mero hecho de que se lo planteara a mi me pareció interesante. 


La historia completa la tenéis en The California Sunday Magazine. Más resumida en FastCoDesign.



En resumen, la muerte es una mierda y "solo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida". Dicho esto, para reírnos de ella (o con ella) siempre podremos recurrir a la escena final de Love & Death.


lunes, 23 de marzo de 2015

VOLVER es (casi) gratis

Cosas que encontré volviendo a casa después de un tiempo...


 Un faro aparentemente inaccesible en Monteferro (con vistas vip a las Islas Cíes).


Un libro que me regalaron cuando quería ser arquitecto.


Un disco de 2008.